domingo, 18 de noviembre de 2012

CUANDO EL ÚLTIMO NO SOBRA

Imagen: Álvaro, uno de los "regateadores" del Cadete "B" - Temporada 2011/2012
Que el fútbol cambia con el paso del tiempo es algo tan cierto como que el árbitro Muñiz Fernández gasta gran parte de su sueldo en gomina. Del juego que conocieron nuestros abuelos al que tenemos hoy en día ha llovido mucho y resulta evidente la existencia de ciclos, con la implantación de un modelo en cada uno de ellos. El último, y sin ir más lejos, el presentado por mi admirado Pep Guardiola. Se trata de un modelo renovado y mejorado del que ya ofreció Johan Cruyff, siguiendo siempre el patrón del holandés.

Existe una filosofía parcialmente unificada en el fútbol base, una ley no escrita en la mayoría de clubes que busca potenciar el juego de toque, el de la salida con balón controlado desde la línea defensiva y el que intenta evitar el famoso e incomprendido patadón. Esto tiene un riesgo que se hace evidente al escuchar las consignas de la mayoría de entrenadores, que confunden el "estilo Barça" con el de "sólo tocar, conducir poco y regatear menos". ¿A qué futbolista tocador no le ha dicho nunca su entrenador aquello de "te ha sobrado el último regate"? La obsesión por el "toque, toque y más toque", y siempre de manera rápida, nos lleva, a un ritmo frenético, a la extinción de los magos. Así, perdemos a esos pequeños futbolistas capaces de mantener el balón tras una acción inverosímil, en una baldosa, estando rodeado de contrarios. Estos son los "regateadores", los que marcan la diferencia, los que te obligan a llevar un babero en cada partido. 

Comprendí este hecho durante la temporada pasada con dos de mis jugadores del Cadete "B". El primero en presentarme este debate fue un mediapunta llamado Álvaro al que siempre había exigido el no hacer más de dos o tres toques. Él solito nos hizo ganar un importante partido con un sinfín de regates y conducciones. Ese día pensé. Más tarde, llegó al equipo Alejandro, un auténtico malabarista del balón, uno de esos jugadores diferentes al resto que te dan la magia necesaria en ataque para desatascar cualquier encuentro. Tras finalizar un entrenamiento, hablando con él, me hizo constatar lo que ya había casi entendido con el juego de Álvaro. Le solté la gran frase antes comentada: "Alejandro, la mayoría de veces te sobra el último regate". Con su respuesta volví a pensar y entendí que son estos jugadores los que necesita el fútbol para seguir siendo un espectáculo. Me dijo: "ya, míster, pero cuando el último regate me sale bien, me aplaudes". 

Que debemos tener un orden, una colocación y una cierta precaución para no perder el esférico es evidente, pero no impidamos que estos pequeños magos nos diviertan y, los más importante, que se diviertan. Superar a un rival con un regate o romper una linea contraria mediante una conducción son recursos que no debemos olvidar que existen. Y el principal problema es, precisamente, que a veces lo olvidamos.   

domingo, 11 de noviembre de 2012

LA MALA EDUCACIÓN


Considero a José Mourinho uno de los tres mejores técnicos del fútbol actual, junto a Pep Guardiola y Rafa Benítez. Ser campeón de liga con cuatro equipos distintos en cuatro países diferentes, en las competiciones más valoradas de Europa, no es casualidad, ni mucho menos. Allá por donde ha ido, Mou ha dejado una huella imborrable, un estilo particular, una metodología de trabajo personal y triunfos, muchos triunfos. Pero otro de sus logros ha sido el de no dejar a nadie nunca indiferente. Como dice Risto Mejide, "si al hablar no has molestado a nadie, es porque no has dicho nada". Pues bien, Mourinho siempre dice "algo".

Sus últimos años en el Real Madrid no han hecho más que incrementar esta fama de descarado, soberbio e irrespetuoso, adjetivos que en muchas ocasiones se le atribuyen al técnico portugués. Del mítico "por qué" a la lista de los trece errores de Clos Gómez, pasando por el no menos escandaloso y recordado dedo en el ojo de "Pito" Vilanova, jugando la Supercopa en el Camp Nou. Se podría hacer una gran lista con todas las acciones polémicas y reprobables que ha protagonizado el bueno de José. Su última cruzada ha tenido como enemigo principal al entrenador del Real Madrid Castilla, Alberto Toril. El responsable del equipo filial, según Mou, debe obedecer y amoldarse al estilo que se propone en la primera plantilla para favorecer, así, la presencia de jugadores de cantera en el Santiago Bernabeu. Dicen que los platos sucios se lavan en casa, y no había necesidad de protagonizar una cruzada pública, ante todos los medios de comunicación, contra Toril. Aunque en el fondo de la cuestión tenía gran parte de razón, a Mourinho le volvieron a fallar las formas.      

No obstante, quienes más han sufrido, sufren, y todo hace indicar que seguirán sufriendo la ira, el desprecio y la mala educación de José Mourinho son los periodistas. Estos profesionales de la información son el blanco principal del portugués, que nunca ha dudado en atacarlos y menospreciarlos en las ruedas de prensa. Alguien debería enseñarle modales al señor Mourinho. Muchos aficionados madridistas empiezan ya a estar cansados de la actitud del entrenador. También lo están, y mucho, los propios periodistas. Parece ser que Mou no entiende que estos comunicadores pueden ser sus mayores aliados, pero también sus mayores verdugos en una guerra absurda que no beneficia a nadie, que promueve la prensa rosa en el mundo del fútbol y que está rebajando en exceso la categoría de un club como el Real Madrid. 

Alguien debería pararle los pies a Mourinho. Pero parece que el presidente, Florentino Pérez, no está por la labor. Y será así mientras los resultados acompañen, los títulos lleguen, y los aficionados sigan sin darse la vuelta.